En otoño
el río,
se
sobresalía,
soltaba
lagrimas sin parar,
pues no
tenía compañía.
Un día el
afluente le dijo,
no llores
más porque yo te haré compañía.
Nunca se separaron,
hasta que llegaron a los confines de Oceanía,
solo el destino les alejó,
pero ellos
sabían, que se encontrarían algún día.
Lucía Toapanta
Comentarios
Publicar un comentario